Siempre has pensado que el amor no existía, que era para
personas poco independientes y solas.
Siempre has luchado contra todo lo que te decían tus amigas,
elaborando miles de argumentos para explicar porque es innecesario; aunque
luego al llegar a casa puedes pasar mil horas viendo películas de amor y
llorando como una boba por no tener algo así.
Has tenido envidia, y mucha, al ver a parejas por el parque,
en el cine, en la playa, viendo como se pueden decir todo con una mirada, y dándote
cuenta de lo mucho que deseas eso.
Te has hecho la fuerte y has gritado a los cuatro vientos
que tú no necesitas eso pero que distinta es la realidad.
Sobre todo cuando ves que todos los días no haces más que pensar en esa
persona, solo deseas que este a tu lado, que te has tragado todo el orgullo y
que te lo volverías a tragar las veces que hiciese falta por el.
Es por eso que te das cuenta que no es que el amor no exista
y que no lo necesites, que el problema es que lo necesitas, que no haces más
que pensar en como, sería tu vida de distinta a su lado y en todas las cosas
que podríais hacer. En que él te pondría un mote cariñoso que sería un secreto
entre los dos, en los miles de viajes qué haríais a ninguna parte, en que
sabría todo de ti, como que odias el chocolate blanco y que te encanta el olor
de la noches de verano.
Y es en ese momento es cuando vuelves a pensar que no
necesitas el amor, pero porque no lo tienes. Y tu mayor deseo es llegar a
conseguirlo.